Honduras.- Hoy tocaba jornada de evaluación en El Coyolito (Honduras). Y allí se reunieron casi 20 personas entre pescadores, personal de las instituciones hondureñas, ospesca y miembros de ONG´s.
El grupo de evaluación lo encabeza Xabier, técnico de la empresa Proxectos, contratada por la Xunta, y José Daniel Rodríguez, el coordinador del Profopac. El ambiente es distendido pero los pescadores están tensos. Tendrán que responder a preguntas sobre los resultados de los proyectos financiados por la Xunta.
La primera parada de todo el grupo es la lonja del Coyolito, un proyecto financiado por la Aecid y Cooperación galega que, tras año y medio de funcionamiento, comienza a dar sus resultados. Se ha roto la primera barrera; la de la concienciación social. Ahora se está intentando romper la segunda; la de la comercialización. Pero los pescadores y la propia lonja tienen un duro enemigo enfrente, los intermediarios, a los que no les ha hecho ninguna gracia los proyectos de cooperación.
Tras conocer el centro, el grupo se traslada en lancha hacia la cercana isla de Amapala. Allí, en la misma orilla, espera una pescadora de una de sus comunidades. El grupo está integrado por pescadores de Cedeño, la Unión y la propia Amapala. Se instalan en un cercano restaurante y comienzan las preguntas del evaluador. “¿Qué valoración hacen de los cursos del Profopac?, ¿qué beneficios y mejoras les ha reportado?, ¿qué otros cursos les gustaría recibir?, ¿qué esperan para el futuro?, ¿qué problemas han detectado en el golfo? o ¿cual es el papel de la mujer en las comunidades pesqueras?”.
“Vivimos mejor”
Los pescadores titubean al principio y se lanzan después. Pierden la vergüenza y el medio y comienzan a recitar, casi de memoria, lo que les ha reportado estos cursos; sobre todo, aprender a comercializar y conservar el pescado y nociones básicas de primeros auxilios. “Ahora pescamos mejor y vendemos más”, apunta una mujer de Cedeño. “Tenemos más instrucción”, agrega un segundo. Y una tercera mujer subraya que, tras recibir los cursos, su vida, la de su familia e, incluso, la de sus amigos, ha cambiado mucho y recuerda una anécdota. “Hace poco tuvimos un incendio. Nadie sabía qué hacer y allí nos vinieron a avisar a mi y a los otros dos que hicimos los cursos para practicar los primeros auxilios”.
Y puestos a pedir, piden más cursos sobre mecánica de motores y reparación, capacitación y gestión empresarial y transformación de productos pesqueros. Ellos mismos son conscientes de la necesidad de profesionalizar su trabajo y ser “competitivos” y, aunque les duele admitirlo, reconocen que los principales problemas a los que se enfrentan es conservar los propios recursos pesqueros porque no se respetan las vedas y la deforestación de los manglares.
Xabier destaca que los cursos están siendo eficaces pero destaca la necesidad de que se rentabilicen los recursos pesqueros y se evite la sobreexplotación de la pesca. En este sentido, subraya que los cursos del Profopac intentan incidir en la formación y en la concienciación del papel de las mujeres en las comunidades pesqueras.
Foto: Marcos Canosa
Texto: Xurxo Salgado
El grupo de evaluación lo encabeza Xabier, técnico de la empresa Proxectos, contratada por la Xunta, y José Daniel Rodríguez, el coordinador del Profopac. El ambiente es distendido pero los pescadores están tensos. Tendrán que responder a preguntas sobre los resultados de los proyectos financiados por la Xunta.
La primera parada de todo el grupo es la lonja del Coyolito, un proyecto financiado por la Aecid y Cooperación galega que, tras año y medio de funcionamiento, comienza a dar sus resultados. Se ha roto la primera barrera; la de la concienciación social. Ahora se está intentando romper la segunda; la de la comercialización. Pero los pescadores y la propia lonja tienen un duro enemigo enfrente, los intermediarios, a los que no les ha hecho ninguna gracia los proyectos de cooperación.
Tras conocer el centro, el grupo se traslada en lancha hacia la cercana isla de Amapala. Allí, en la misma orilla, espera una pescadora de una de sus comunidades. El grupo está integrado por pescadores de Cedeño, la Unión y la propia Amapala. Se instalan en un cercano restaurante y comienzan las preguntas del evaluador. “¿Qué valoración hacen de los cursos del Profopac?, ¿qué beneficios y mejoras les ha reportado?, ¿qué otros cursos les gustaría recibir?, ¿qué esperan para el futuro?, ¿qué problemas han detectado en el golfo? o ¿cual es el papel de la mujer en las comunidades pesqueras?”.
“Vivimos mejor”
Los pescadores titubean al principio y se lanzan después. Pierden la vergüenza y el medio y comienzan a recitar, casi de memoria, lo que les ha reportado estos cursos; sobre todo, aprender a comercializar y conservar el pescado y nociones básicas de primeros auxilios. “Ahora pescamos mejor y vendemos más”, apunta una mujer de Cedeño. “Tenemos más instrucción”, agrega un segundo. Y una tercera mujer subraya que, tras recibir los cursos, su vida, la de su familia e, incluso, la de sus amigos, ha cambiado mucho y recuerda una anécdota. “Hace poco tuvimos un incendio. Nadie sabía qué hacer y allí nos vinieron a avisar a mi y a los otros dos que hicimos los cursos para practicar los primeros auxilios”.
Y puestos a pedir, piden más cursos sobre mecánica de motores y reparación, capacitación y gestión empresarial y transformación de productos pesqueros. Ellos mismos son conscientes de la necesidad de profesionalizar su trabajo y ser “competitivos” y, aunque les duele admitirlo, reconocen que los principales problemas a los que se enfrentan es conservar los propios recursos pesqueros porque no se respetan las vedas y la deforestación de los manglares.
Xabier destaca que los cursos están siendo eficaces pero destaca la necesidad de que se rentabilicen los recursos pesqueros y se evite la sobreexplotación de la pesca. En este sentido, subraya que los cursos del Profopac intentan incidir en la formación y en la concienciación del papel de las mujeres en las comunidades pesqueras.
Foto: Marcos Canosa
Texto: Xurxo Salgado
Me parece muy interesante que mostréis que los proyectos de cooperación al desarrollo se evalúa y que todo lo que se financia con cargo a dinero público está controlado. Realmente, es una demostración de la transparencia con la que trabaja Cooperación Galega y también muchas ONG's frente a los casos que salen esporádicamente en los medios de entidades que hacen un mal uso de estos fondos.
ResponderEliminarEstá bien que los ciudadanos sepan que existe este control para que se eviten suspicacias al respecto.
Muy buena crónica. Y una foto muy bien seleccionada.