El Salvador.- Primer día en San Salvador. Siete de la mañana y los noticieros de televisión recuerdan a España. La crisis, de la que aquí nunca salieron, centra una entrevista en canal 21 a un representante de la patronal. Empresario y periodista nos dan las primeras lecciones sobre desarrollo en El Salvador. “Subir los impuestos desincentiva la inversión (…) Ya sabemos a donde lleva el socialismo, a la pobreza y a la exclusión. El futuro de El Salvador pasa por el capitalismo, no por el socialismo del siglo XXI”, critica el empresario en alusión al gobierno del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, que cumple un año en el poder.
El periodista echa más leña al fuego. Se juntan el hambre y las ganas de comer. Anuncia que los pronósticos de crecimiento económico para El Salvador en 2010 son menores que los de Nicaragua u Honduras, cuando El Salvador, mantiene, siempre ha sido más desarrollado que estos dos países. Su ejemplo para medir el desarrollo me desarma. Si no estuviera aún en cama caería de culo. “En El Salvador tenemos infraestructuras, como grandes centros comerciales, que no tienen en estos países”.
Ya a la tarde, en una reunión con cooperantes y periodistas, en la sede de la Aecid, Nacho, de la Asamblea de Cooperación por la Paz, nos cuenta otra realidad: “Tengo dos imágenes de San Salvador que no me saco de la cabeza”. La primera, un gran centro comercial, todo gente clase bien y guardas de seguridad armados en las puertas, que emerge de entre un montón de chabolas en las que cuando uno abre los ojos a las ocho de la mañana, de repente despierta del sueño y choca con un centro comercial en el que no puede entrar porque no tiene plata para gastar allí.
La otra imagen, un hotel de lujo en la cima de una colina y toda una barriada de chabolas en su falda, en zona inundable, en zona con riesgo de desplomes de tierras, en una zona que está condenada a desaparecer en cualquiera de los huracanes o tormentas tropicales que ocupan cada poco tiempo algunos minutos inconexos en telediarios españoles. Lo que mata, concluye Nacho, no son los huracanes ni las tormentas. Es la pobreza y la exclusión.
Latinoamérica se sitúa como la región del mundo con mayor desigualdad, según un informe sobre la democracia en América Latina del Plan de Naciones Unidas para el Desarrollo. El 20 por ciento de la población más pobre percibe sólo el 4 por ciento de los ingresos. El 20 por ciento de la población más rica, el 56 por ciento.
Y al 20 por ciento de ciudadanos más pobres les gustaría dejar de serlo. Probablemente se conformarían con alcanzar sólo una pequeña parte de lo que detenta la población más rica. Incluso igual hasta se conformarían con una televisión a color. René, un técnico de Ospesca, nos cuenta cómo interpretaba un pescador la cuestión de la sobrepesca, uno de los problemas del sector: “A la pesca la mató la televisión a color”.
Y René, y antes que él José Daniel, también técnico de Ospesca, y Mario González, coordinador regional de Ospesca, nos ofrecen también lecciones prácticas sobre desarrollo. Nos hablan de proyectos de formación de los pescadores, de fomento del asociacionismo, de mejora de la comercialización de pescado. Nos hablan del papel de la cooperación gallega en esta tarea. De cómo tratan de atender las necesidades que expresan los pescadores y las que no, de los problemas con que se encuentran, de los aciertos y fallos de la cooperación al desarrollo.
Y nos transmiten, de forma implícita, que desarrollo es unión, que desarrollo es solidaridad y que desarrollo son procesos a medio plazo, cambio social, justicia distributiva. De todo esto, tendremos tiempo de hablaros mañana, durante el viaje de 10 horas de autobús que nos llevará a Managua, la capital de Nicaragua, en donde mantendremos varias reuniones con cooperantes, colectivos sociales y periodistas. De allí partiremos después a varias visitas y estancias en comunidades de pescadores.
Texto: Gonzalo Brocos / Foto: Marcos Canosa
El periodista echa más leña al fuego. Se juntan el hambre y las ganas de comer. Anuncia que los pronósticos de crecimiento económico para El Salvador en 2010 son menores que los de Nicaragua u Honduras, cuando El Salvador, mantiene, siempre ha sido más desarrollado que estos dos países. Su ejemplo para medir el desarrollo me desarma. Si no estuviera aún en cama caería de culo. “En El Salvador tenemos infraestructuras, como grandes centros comerciales, que no tienen en estos países”.
Ya a la tarde, en una reunión con cooperantes y periodistas, en la sede de la Aecid, Nacho, de la Asamblea de Cooperación por la Paz, nos cuenta otra realidad: “Tengo dos imágenes de San Salvador que no me saco de la cabeza”. La primera, un gran centro comercial, todo gente clase bien y guardas de seguridad armados en las puertas, que emerge de entre un montón de chabolas en las que cuando uno abre los ojos a las ocho de la mañana, de repente despierta del sueño y choca con un centro comercial en el que no puede entrar porque no tiene plata para gastar allí.
La otra imagen, un hotel de lujo en la cima de una colina y toda una barriada de chabolas en su falda, en zona inundable, en zona con riesgo de desplomes de tierras, en una zona que está condenada a desaparecer en cualquiera de los huracanes o tormentas tropicales que ocupan cada poco tiempo algunos minutos inconexos en telediarios españoles. Lo que mata, concluye Nacho, no son los huracanes ni las tormentas. Es la pobreza y la exclusión.
Latinoamérica se sitúa como la región del mundo con mayor desigualdad, según un informe sobre la democracia en América Latina del Plan de Naciones Unidas para el Desarrollo. El 20 por ciento de la población más pobre percibe sólo el 4 por ciento de los ingresos. El 20 por ciento de la población más rica, el 56 por ciento.
Y al 20 por ciento de ciudadanos más pobres les gustaría dejar de serlo. Probablemente se conformarían con alcanzar sólo una pequeña parte de lo que detenta la población más rica. Incluso igual hasta se conformarían con una televisión a color. René, un técnico de Ospesca, nos cuenta cómo interpretaba un pescador la cuestión de la sobrepesca, uno de los problemas del sector: “A la pesca la mató la televisión a color”.
Y René, y antes que él José Daniel, también técnico de Ospesca, y Mario González, coordinador regional de Ospesca, nos ofrecen también lecciones prácticas sobre desarrollo. Nos hablan de proyectos de formación de los pescadores, de fomento del asociacionismo, de mejora de la comercialización de pescado. Nos hablan del papel de la cooperación gallega en esta tarea. De cómo tratan de atender las necesidades que expresan los pescadores y las que no, de los problemas con que se encuentran, de los aciertos y fallos de la cooperación al desarrollo.
Y nos transmiten, de forma implícita, que desarrollo es unión, que desarrollo es solidaridad y que desarrollo son procesos a medio plazo, cambio social, justicia distributiva. De todo esto, tendremos tiempo de hablaros mañana, durante el viaje de 10 horas de autobús que nos llevará a Managua, la capital de Nicaragua, en donde mantendremos varias reuniones con cooperantes, colectivos sociales y periodistas. De allí partiremos después a varias visitas y estancias en comunidades de pescadores.
Texto: Gonzalo Brocos / Foto: Marcos Canosa
Me parece una interesante reflexión la que os trasmiten estos primeros cooperantes con los que os encontrais en vuestro viaje. Coincido con ellos en que desarrollo es unión, solidaridad, cambio social, justicia distributiva... Pero también creo que la idea no sólo debería aplicarse al desarrollo a nivel económico, sino también al desarrollo a nivel social en el que vamos tan a la cola en países como España. Con más solidaridad y más unión mejor nos iría.
ResponderEliminarMuy buen trabajo, chicos