El Salvador.- Noche en el Lempa, en un hostal a pie del río. Oscuridad total. Llevamos dos días con más horas sin suministro eléctrico que con corriente. Sólo una espectacular tormenta eléctrica en el horizonte ilumina de cuando en cuando todo el paisaje, los árboles, el agua, la mesa de la cena. Es una buena atmósfera para escuchar la metáfora de Octavio, impagable hostelero y chef, sobre desarrollo: “Llegan fondos y fondos de la cooperación y parece que no despegamos. Es como cuando uno viaja en tren y está en medio de un túnel. Sólo ve oscuridad y oscuridad, pero al final llegará la luz”.
Similar idea, expresada en términos de análisis técnico, nos la transmite el personal de Asamblea de Cooperación por la Paz (ACPP) y de la ONG local Cordes. Ambos colectivos suman tres años de proyectos en conjunto en apoyo a la pesca artesanal del Bajo Lempa. “El pescador aquí se acostó saliendo al río en un cayuco con remos; se despertó con lanchas, motores y aperos y un día después ya era empresario”, repasa Luis Erazo, de Cordes. “Cambiar la parte económica puede ser fácil. La social es más complicado”, valoran en ACPP. “Uno de los retos pendientes es avanzar hacia un cambio de actitud de los pescadores –continúa Luis- Crear una cultura empresarial desde el punto de vista solidario, no mercantil; una cultura empresarial en la que la familia y el desarrollo social sean lo más importante”.
Los proyectos de Cordes con la pesca artesanal del Lempa, apoyados por ACPP y Cooperación Galega, han logrado en los últimos años un fortalecimiento de cinco cooperativas. La cooperación ha tratado de subsanar tanto deficiencias detectadas, caso de la falta de formación profesional, como las necesidades expresadas por las propias comunidades de pescadores, como la falta de equipos o los problemas de comercialización.
Evitar intermediarios
Para la comercialización del pescado, los pescadores antes dependían en exclusiva del hielero, un intermediario, conocido también como ‘coyote’, que navegaba de isla en isla y que marcaba el precio al que compraba el pescado. “En épocas de abundancia de pescado, muchas veces no pasaba o no compraba. Los pescadores se encontraban con que su pescado no valía”, recuerda Luis Erazo, de Cordes.
La creación de una planta de transformación de pescado, participada por las cinco cooperativas de pescadores, ha venido a aportar garantías de seguridad de recogida y de precio justo a los pescadores. Los ha dotado además de instalaciones propias y les permite llegar hasta el vendedor final sin intermediarios. Pero la planta, que opera desde febrero, aún tendrá que superar dificultades económicas y, sobre todo, sociales para alcanzar un despegue seguro.
En la parte económica, a la planta le falta liquidez para hacer frente a pagos de pescado y de mantenimiento; le falta completar su oferta de servicios e instalaciones y negocia también para incorporar a más cooperativas y aumentar así su capacidad de abastecimiento al mercado. “Los apoyos de ACPP y de Cooperación Galega fueron muchos pero aún insuficientes”, valora Luis.
Ustedes y nosotros
En el terreno social, una escena de entrega de pescado que presenciamos en la planta de transformación lo dice todo. Llega una lancha de una de las cooperativas que participa en la planta, una de las lanchas llegadas al Lempa con los apoyos de ACPP y Cooperación Galega. Descarga de pescado y el personal técnico de la planta lo clasifica bajo la atenta mirada de los pescadores.
Los técnicos le explican a los pescadores que por el róbalo de mayor tamaño les pagarán menos que por el róbalo tipo ración individual, ya que así, aseguran, funciona ahora el mercado. El pescador pone mala cara pero consiente: “Ese que ustedes dicen que vale menos es de tanta calidad como el otro”, se arranca. “Para decirle la verdad, el hielero tampoco nos lo paga más que ustedes, pero si lo subimos hasta aquí, con el gasto de gasolina a mayores que eso implica, es porque pensamos que podemos sacarle algo más. Si no, para qué subirlo”.
Para qué subirlo, se pregunta él. Por qué dice ustedes en lugar de decir nosotros, reflexionamos en el equipo de Agareso, camino hacia Guatemala.
Texto: Gonzalo Brocos.
Fotografía: Marcos Canosa.
Similar idea, expresada en términos de análisis técnico, nos la transmite el personal de Asamblea de Cooperación por la Paz (ACPP) y de la ONG local Cordes. Ambos colectivos suman tres años de proyectos en conjunto en apoyo a la pesca artesanal del Bajo Lempa. “El pescador aquí se acostó saliendo al río en un cayuco con remos; se despertó con lanchas, motores y aperos y un día después ya era empresario”, repasa Luis Erazo, de Cordes. “Cambiar la parte económica puede ser fácil. La social es más complicado”, valoran en ACPP. “Uno de los retos pendientes es avanzar hacia un cambio de actitud de los pescadores –continúa Luis- Crear una cultura empresarial desde el punto de vista solidario, no mercantil; una cultura empresarial en la que la familia y el desarrollo social sean lo más importante”.
Los proyectos de Cordes con la pesca artesanal del Lempa, apoyados por ACPP y Cooperación Galega, han logrado en los últimos años un fortalecimiento de cinco cooperativas. La cooperación ha tratado de subsanar tanto deficiencias detectadas, caso de la falta de formación profesional, como las necesidades expresadas por las propias comunidades de pescadores, como la falta de equipos o los problemas de comercialización.
Evitar intermediarios
Para la comercialización del pescado, los pescadores antes dependían en exclusiva del hielero, un intermediario, conocido también como ‘coyote’, que navegaba de isla en isla y que marcaba el precio al que compraba el pescado. “En épocas de abundancia de pescado, muchas veces no pasaba o no compraba. Los pescadores se encontraban con que su pescado no valía”, recuerda Luis Erazo, de Cordes.
La creación de una planta de transformación de pescado, participada por las cinco cooperativas de pescadores, ha venido a aportar garantías de seguridad de recogida y de precio justo a los pescadores. Los ha dotado además de instalaciones propias y les permite llegar hasta el vendedor final sin intermediarios. Pero la planta, que opera desde febrero, aún tendrá que superar dificultades económicas y, sobre todo, sociales para alcanzar un despegue seguro.
En la parte económica, a la planta le falta liquidez para hacer frente a pagos de pescado y de mantenimiento; le falta completar su oferta de servicios e instalaciones y negocia también para incorporar a más cooperativas y aumentar así su capacidad de abastecimiento al mercado. “Los apoyos de ACPP y de Cooperación Galega fueron muchos pero aún insuficientes”, valora Luis.
Ustedes y nosotros
En el terreno social, una escena de entrega de pescado que presenciamos en la planta de transformación lo dice todo. Llega una lancha de una de las cooperativas que participa en la planta, una de las lanchas llegadas al Lempa con los apoyos de ACPP y Cooperación Galega. Descarga de pescado y el personal técnico de la planta lo clasifica bajo la atenta mirada de los pescadores.
Los técnicos le explican a los pescadores que por el róbalo de mayor tamaño les pagarán menos que por el róbalo tipo ración individual, ya que así, aseguran, funciona ahora el mercado. El pescador pone mala cara pero consiente: “Ese que ustedes dicen que vale menos es de tanta calidad como el otro”, se arranca. “Para decirle la verdad, el hielero tampoco nos lo paga más que ustedes, pero si lo subimos hasta aquí, con el gasto de gasolina a mayores que eso implica, es porque pensamos que podemos sacarle algo más. Si no, para qué subirlo”.
Para qué subirlo, se pregunta él. Por qué dice ustedes en lugar de decir nosotros, reflexionamos en el equipo de Agareso, camino hacia Guatemala.
Texto: Gonzalo Brocos.
Fotografía: Marcos Canosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario