Honduras.- En Centroamérica, la exclusión y discriminación de la mujer se palpa en el ambiente. Honduras, a tenor de las encuestas, ocupa la punta de lanza. Hasta un 60 por ciento de la población se muestra de acuerdo con la valoración ‘Es mejor que el hombre trabaje y que la mujer se ocupe de la casa’, según la encuesta Latinobarómetro 2009. En las comunidades pesqueras, las propias mujeres no tienen muchas dudas a la hora de calificar de “machistas” a los hombres.
Lo dijeron hoy mujeres de Cedeño y de otras partes del Golfo de Fonseca en una reunión (en la foto) que mantuvieron representantes de las comunidades y de instituciones con un evaluador independiente de proyectos contratado por la Cooperación Galega. El evaluador, Xavier Vázquez, se interesó, entre otras cuestiones, por la situación de las mujeres en las comunidades y por si encontraban problemas para participar en los programas de formación de la pesca artesanal financiados por la Xunta de Galicia.
Las respuestas de las mujeres, hasta las que querían transmitir sensación de normalidad, hablan por sí mismas: “Los esposos nos dan libertad para que vayamos a los cursos. Ahorita no hay problemas”, cuenta una.
Otra, que se declara a sí misma como “no sumisa”, considera que los cursos de formación pueden contribuir a un avance en la autonomía de las mujeres, ayudando a ganar espacios: “Para la mayoría de las mujeres no hay problema en asistir a los cursos. Lo que sería impensable sería decirle al esposo que tenemos que dormir fuera de casa por un tema de un curso, pero mientras regresemos a la noche, no hay problema”, explica una pescadora de Cedeño. “En mi comunidad hay dos mujeres que sí tienen problemas y una de ellas hasta para ir a la pulpería (tienda de ultramarinos) tiene que pedirle permiso al hombre. Se deben pensar que se la va a ‘pegar’ con otro.”
Un hombre toma también la palabra para plantear la necesidad de reducir la discriminación de la mujer. La situación de Honduras no es única en Centroamérica. En Nicaragua, el presidente de la Federación Nicaragüense de Pescadores Artesanales, Cairo Laguna, recuerda problemas similares. “En una ocasión, una mujer me decía por teléfono que su marido no le permitía asistir al curso, así que le dije, ‘pasámelo’. Me lo puso al teléfono y le invité a asistir al curso con la mujer: ‘Venite también al curso, para que veás que no pasa nada, que no os la va a ‘pegar’ con otro. Después, cuando llegaron, los separé. A las mujeres las mandé para un cuarto y a los hombres para otro. Y a los hombres los hice rabiar: ‘Ahora os la están pegando con otro’. Para que aprendan”.
Texto: Gonzalo Brocos.
Fotografía: Marcos Canosa.
Lo dijeron hoy mujeres de Cedeño y de otras partes del Golfo de Fonseca en una reunión (en la foto) que mantuvieron representantes de las comunidades y de instituciones con un evaluador independiente de proyectos contratado por la Cooperación Galega. El evaluador, Xavier Vázquez, se interesó, entre otras cuestiones, por la situación de las mujeres en las comunidades y por si encontraban problemas para participar en los programas de formación de la pesca artesanal financiados por la Xunta de Galicia.
Las respuestas de las mujeres, hasta las que querían transmitir sensación de normalidad, hablan por sí mismas: “Los esposos nos dan libertad para que vayamos a los cursos. Ahorita no hay problemas”, cuenta una.
Otra, que se declara a sí misma como “no sumisa”, considera que los cursos de formación pueden contribuir a un avance en la autonomía de las mujeres, ayudando a ganar espacios: “Para la mayoría de las mujeres no hay problema en asistir a los cursos. Lo que sería impensable sería decirle al esposo que tenemos que dormir fuera de casa por un tema de un curso, pero mientras regresemos a la noche, no hay problema”, explica una pescadora de Cedeño. “En mi comunidad hay dos mujeres que sí tienen problemas y una de ellas hasta para ir a la pulpería (tienda de ultramarinos) tiene que pedirle permiso al hombre. Se deben pensar que se la va a ‘pegar’ con otro.”
Un hombre toma también la palabra para plantear la necesidad de reducir la discriminación de la mujer. La situación de Honduras no es única en Centroamérica. En Nicaragua, el presidente de la Federación Nicaragüense de Pescadores Artesanales, Cairo Laguna, recuerda problemas similares. “En una ocasión, una mujer me decía por teléfono que su marido no le permitía asistir al curso, así que le dije, ‘pasámelo’. Me lo puso al teléfono y le invité a asistir al curso con la mujer: ‘Venite también al curso, para que veás que no pasa nada, que no os la va a ‘pegar’ con otro. Después, cuando llegaron, los separé. A las mujeres las mandé para un cuarto y a los hombres para otro. Y a los hombres los hice rabiar: ‘Ahora os la están pegando con otro’. Para que aprendan”.
Texto: Gonzalo Brocos.
Fotografía: Marcos Canosa.
Ya me suponía que la situación de la mujer en estos países sería de discriminación, pero me parece que le habéis dado un punto de vista muy interesante.
ResponderEliminarGracias por mostrarnos la realidad de comunidades no tan lejanas a nuestras costumbres como se podría imaginar.