jueves, 10 de junio de 2010

Paisajes con trampa




Nicaragua.-“Van a ver paisajes lindos en Centroamérica, pero siento que no van a ser capaces de apreciarlos”, nos pronosticaba María hace unos días, aún en Galicia, mientras tomábamos unas colas. “Verán paisajes de bosque tropical que les deberían impresionar, pero ustedes no podrán mirar esos paisajes sin ver la pobreza y la desigualdad que pasará ante sus ojos”, continuaba. “A mí, cuando llegué hace unos días a Galicia, me sucedió lo contrario. Yo miraba la belleza de sus paisajes y me preguntaba: ¿Dónde está la pobreza? Este tiene que ser un paisaje con trampa. ¿Dónde está la trampa?”

En nuestro segundo día en Centroamérica, en el camino de San Salvador a Managua, más de 10 horas de autobús, nos encontramos con los paisajes que nos pronosticaba María en Galicia. Sólo un paso de los suburbios de San Salvador, barriadas de infraviviendas, a la exuberancia del bosque tropical, verde, denso, de postal turística. Entonces, igual que María en Galicia, también nos preguntamos en dónde está la trampa. ¿Cómo es posible? Y en ese es posible nos preguntábamos no por las causalidades de la pobreza y de la desigualdad en Centroamérica, no por los impactos de guerras, de dictaduras, de políticas neoliberales; no por la historia de colonialismos y neocolonialismos; no por la distribución de la tierra; no por deudas externas. Sólo era una interrogación ética. Sólo era el descubrimiento de la trampa que esconden los paisajes del Norte.

Tercer día. Amanecemos en Managua. Jornada intensa de entrevistas y reuniones. Estamos en el Instituto Nicaragüense de Pesca, visitamos la sede de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), nos reunimos con comunicadores para el desarrollo y también nos encontramos con el movimiento social nicaragüense ‘Otro mundo es posible’, que el pasado mes llevó a Pescanova, por sus actividades en Nicaragua, al Tribunal Permanente de los Pueblos. Hablamos también de cooperación con el responsable de relaciones internacionales del Movimiento de Renovación Sandinista.

De un lado a otro, un taxista se despacha a gusto con el gobierno de Daniel Ortega. Corrupción, robo –“el reparto de la piñata”- o confusión de poder político y judicial son las críticas más suaves que salen de boca del taxista, un ex guerrillero sandinista. Es la peculiar versión autóctona del ‘La culpa es de Zapatero’. Al término del viaje, el taxista, que suponíamos de confianza, nos tanga cinco dólares en el cambio. Y pensamos entonces que lo peor no es la corrupción y los robos de parte de los políticos. Lo peor es el ejemplo que generan.

Fotos: Marcos Canosa.
Texto: Gonzalo Brocos

1 comentario:

  1. Que triste é critica-los demais e segui-lo seu mesmo modelo. Quizais por iso non avanza América Latina, áparte -claro- de décadas de intromisión de Estados Unidos. As trampas, xa vemos, as creamos nós mesmos.

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